155 años de lucha, aventuras y tradición

Un 28 de julio de 1865, sucede un hecho que cambiaría para siempre la historia de nuestra región: llegan los primeros inmigrantes galeses a la Patagonia. Con muchas ganas de crecer y sobre todo, de vivir en paz, esta es su historia.

153 hombres, mujeres y niños que habían partido desde Liverpool, Inglaterra, en un velero llamado “La Mimosa”, llegan al frío y casi desierto Chubut, luego de que Love-Jones Parry y Lewis Jones, le manifestaran al entonces ministro del Interior, Guillermo Rawson, su intención de fundar una colonia galesa allí.

Cansados del desprestigio a su gente, cultura y costumbres por parte del gobierno inglés (quienes en un informe en 1847, los había tildado de “ignorantes, perezosos e inmorales”), los galeses migraron desde su amada Gales, en busca de un lugar en donde honrar sus raíces. Ese lugar desértico y nuevo, fue bautizado como “Puerto Madryn”, en homenaje a Love Jones Parry, del Castillo de Madryn.

Un recorrido por el lugar, en busca de agua o comida, los llevó hasta lo que ahora es el Río Chubut. Allí, improvisaron chozas, hasta que finalmente, el 15 de septiembre, el comandante militar de Patagones, Julián Murga les otorgó la posesión de esas tierras. Se trata de la primera colonia galesa, llamada “Rawson”, en honor al ministro del Interior que tanto los ayudó.

Aquí, se realiza el encuentro de dos culturas, que a diferencia de tantos otros que llegaron a las tierras patagónicas, intentaron, dentro de lo posible, priorizar la paz y el entendimiento. Fueron los tehuelches quienes enseñaron a los galeses a cazar, sembrar, criar ganado y hasta a usar las boleadoras.

Gracias a este intercambio, es que la región fue creciendo más y más. Con la llegada de más inmigrantes galeses en 1874, nacieron poblaciones como Gaiman, con un pueblo más preparado para adaptarse a la creciente colonia.

No todo era amor y paz:

Mucho se habla de la relación cordial entre galeses y pueblos originarios, que si bien, ayudó al crecimiento de ambos poblados, esto no siempre podía ser así. La historia más relevante, es la de John Daniel Evans, quien había forjado una buena amistad con el hijo del cacique Wisel, quien le enseño mucho acerca de los secretos para sobrevivir en el campo patagónico.

Un día, el capitán Richards, llega con la novedad de que en el oeste había oro. Codiciosos, nueve jóvenes organizaron en noviembre de 1883, una expedición para hallarlo. Aunque cinco de ellos, regresaron a los pocos días, John Parry, John Hughes, Richard David y el propio Evans continuaron con la travesía.

En febrero de 1884, se encontraron con dos araucanos de la tribu del cacique Foyel. Los araucanos, creían que se trataba de espías del ejército y pretendían llevarlos a sus tolderías a través de un intercambio de regalos. Los galeses, desconfiados de sus intenciones, decidieron prudente regresar.

El 4 de marzo, fueron sorprendidos por treinta araucanos dispuestos a atacarlos. Rápidamente, una de las lanzas le dio a Perry, quien cayó abatido y Evans, supo que tenía que huir cuanto antes. Cual película antigua, Evans cabalgó a toda velocidad encima de su fiel compañero, un caballo Malacara, mientras era perseguido por los araucanos.

Llegando hasta una cuesta empinada, en la que un zanjón cortaba el camino, sin dudarlo, caballo y hombre se tiraron. El animal cayó de patas abiertas, y el fondo arenoso que amortiguó la caida, ayudó a que saliera ileso. 150 kílometros después, el día 5, estaba de regreso en el valle de Chubut.

Una búsqueda comandada por Lewis Jones, intentó dar con el paradero de los demás galeses que acompañaron a Evans. Finalmente, los hallaron muertos y mutilados, por lo cual fueron enterrados en ese lugar. Actualmente, se lo conoce como “Valle de los Mártires”, ubicado en el kilómetro 203 de la ruta nacional N° 25.

Evans, falleció en su casa de Trevelin, el 6 de marzo de 1943 y su fiel caballo, en 1909. Su tumba, ubicada en el patio de la casa de Evans reza: “Aquí yacen los restos de mi caballo Malacara, que me salvó la vida en el ataque de los indios en el Valle de los Mártires el 4/3/84 al regresarme de la cordillera. RIP. John D. Evans”.

Los galeses argentinos:

En 1902, la zona chubutense, que era disputada por Chile, fue sometida a arbitraje británico. El 30 de abril, en un histórico plebiscito, unos 300 colonos galeses decidieron, por mayoría, pertenecer a nuestro país. La reunión, se realizó en la escuela N° 18, presidida por el británico Thomas Holdich, por el chileno Hans Steffen y por el argentino Francisco P. Moreno. Los galeses, sin dudarlo exclamaron:  “Queremos seguir perteneciendo a la patria que nos cobijó”.

Es así que la colonia galesa en Argentina, es una de las más importantes en el mundo, con 72.685 galeses-argentinos, según el último censo de la Welsh Assembly Government. Se trata de una de las últimas regiones del mundo en donde aún se mantiene el idioma galés, sus costumbres y su religión, especialmente entre sus descendientes, generando un lazo inquebrantable entre el Valle de Chubut y Gales. Una unión que merece ser celebrada, todos los años.

Foto de Gastón Cuello

Para más información:

Si te atrapó la historia de los galeses, o simplemente querés saber más, sugerimos leer el libro “Una frontera lejana: La colonización galesa del Chubut” de Luis Priamo, con fotografías de John Muray Thomas, Henry E. Bowman, Carlos Foresti y otros.

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