Mezquindades

Estamos en crisis, pero en una crisis con ciertas particularidades. Es una crisis integral, global, estructural, que atraviesa todos los sectores, que amenaza el orden mundial. Algo que nadie esperaba, y que se cuela en cada sector. Es un virus, que atacó cada una de las partes de nuestro sistema.

Estamos en cuarentena, y los que estamos encerrados sentimos día a día los efectos. Mientras los que tienen que circular sienten día a día los efectos de seguir transitando ciudades desiertas. Vivimos rodeados de incertidumbres y tenemos que enfrentar lo que sucede, repensar lo que viene, adaptarnos rápido.

Algunos, seguramente hablarán de cisnes negros, o de fenómenos sin explicación. De las debilidades del sistema, de las fortalezas de otros sistemas, de religión, de esoterismo. Algunos ocupan su tiempo en buscar explicaciones. Otros en resolver. Otros en adaptarse.

Algunos lo ven como el fin del mundo, otros como una oportunidad de reinventarse. Algunos con el vaso medio lleno, otros con el vaso medio vacío.

Los del vaso lleno, romantizan la situación. Medios y redes se llenan de videos sobre solidaridad, serenatas improvisadas, olas de creatividad, aplausos de agradecimiento, animales libres y disminuciones en la contaminación del agua y el aire. Los intereses individuales quedan a un lado, en pos del bien común.

El lado B

Pero también está el lado B de la crisis. La mezquindad. En todas sus formas, en todos lados.

Vemos mezquindades en los que huyen de la cuarentena para irse a surfear a la Ostende, los que acopian papel higiénico o los que aumentan el valor del el alcohol en gel un 500%. Lo vemos en nuestras ciudades y también en otros países. La mezquindad nos iguala tanto como la solidaridad.

Vemos mezquindades en mandatarios que hablan de gripecitas, en sistemas que transforman la enfermedad en deudas eternas, en Estados que no dan cuenta de la seguridad de sus ciudadanos.

Lo mezquino adquiere mil formas, y está ahí al acecho. Lo vemos en operaciones políticas sin sentido, en ex funcionarias que hablan de espías cubanos, en referentes que mantienen discursos de ruptura. 

En nuestro país, si bien es cierto que muchos referentes de la oposición se aliaron al gobierno de Alberto Fernández para hacerle frente a la crisis, otros buscan criticar cada una de las medidas. La  izquierda habla de militarizaciones y reclaman derechos a manifestarse desoyendo los peligros de contagio. La derecha mantiene disputas estériles de toda índole.

En nuestra provincia vemos lo mismo. Frente a la crisis el gobierno logró la unidad de acción y la capacidad de ejecución que le valió ser una de las pocas provincias sin casos confirmados. Dirigentes, cámaras empresariales, sindicatos, se alinean para proteger a los habitantes. Pero las mezquindades existen,  aparecen en forma de personajes que critican evocando a padres fallecidos y marcando errores sin aportar soluciones. Toman forma de referentes hambrientos de poder, que se ciegan y buscan un lugar a toda costa, impulsando operaciones mediáticas, sumando a la incertidumbre de los habitantes de esta provincia, buscando una suerte de reinado sobre la aniquilación.

Lo mezquino en un mundo en crisis adquiere un sinfín de formas. Y esa es nuestra otra batalla.

Meanness,” (Mezquindad) de SERGEY KIRILLOV

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