Parábolas y coronavirus

Mucho se discute estos días en la provincia de Chubut de cara a la casualidad, causalidad, suerte o no, vinculada a la cantidad de contagiados de Covid-19 luego de pasado 31 días de declarado el aislamiento.

Un numero mágico para la provincia, con solo dos casos, que comenzada tan dramática pandemia nadie en su sano juicio auguraba como posible, en una provincia que de conflictos y tempestades puede escribir un nuevo testamento.

Valga entonces esta sencilla historia…

Un día, al hijo de un granjero anciano se le escapó el único caballo que tenían. Cuando los vecinos se enteraron, acudieron a su casa para solidarizarse y le dijeron: «Oye, qué desgracia, qué mala suerte», a lo que el anciano contestó sin inmutarse: «Puede ser».

Al día siguiente, el caballo volvió al establo y trajo consigo siete caballos salvajes que le siguieron desde la montaña. Esto convertía ahora al anciano en el hombre más rico del pueblo. Todos los vecinos lo visitaron y le dijeron: «Oye, ¡qué buena suerte!». A lo que el anciano respondió: «Puede ser».

Al día siguiente, el hijo del anciano, que era el que le ayudaba con todas sus actividades, se cayó y se rompió una pierna mientras intentaba domar a uno de estos caballos salvajes. Esta situación podía ser un obstáculo, pues se acercaba el invierno y sin el hijo, el anciano tendría grandes problemas.

Los vecinos fueron a ver al anciano de nuevo y le dijeron: «Qué desgracia, qué mala suerte. Ahora tienes los caballos pero no tienes la ayuda de tu hijo. Es algo terrible». Y el granjero anciano les dijo: «Tal vez».

Al día siguiente, llegó el ejército al pueblo para reclutar a todos los jóvenes para una guerra prácticamente suicida, pero al hijo del anciano no lo reclutaron porque tenía una pierna rota, así que se quedó a salvo en casa. Todos los vecinos volvieron a ver al anciano y le dijeron: «Oye, ¡qué bien, qué buena suerte! A mi hijo lo han reclutado y al tuyo no.» Y el anciano les contestó de nuevo: «Tal vez».

Esta historia tiene una gran moraleja que solemos olvidar. Es realmente imposible saber si algo que nos ocurre es bueno o malo. Todo tiene sus pros y sus contras. No podemos saber las consecuencias de un golpe de buena suerte ni de un golpe de mala suerte.

En muchas ocasiones, una situación aparentemente adversa termina convirtiéndose en algo positivo y una situación aparentemente positiva puede esconder un problema que nos complique mucho la vida.

Lo que si, con certeza podemos afirmar, es que la salud de la población  y la emergencia sanitaria se pusieron como prioridad absoluta en la agenda del Gobierno dirigido por el pulcro Escribano Mariano Arcioni.

Discutir el enorme trabajo del comité de crisis no es una discusión que se pueda dar hoy sin salir con alguna esquirla. El compromiso y profesionalismo en la forma de abordar todos los programas de un equipo de trabajo organizado, por ahora tiene sus frutos y resultados tangibles.

Dejemos entonces de apelar a brujos, magos o hechiceros. Y en el terreno de lo racional sigamos prendiendo una vela (para los creyentes) y aplaudamos el compromiso y dedicación de quienes hoy dirigen el barco.

La tormenta hay que atravesarla, de frente, y prepararse para el otro frente que luce aun mas peligrosos que la propia pandemia. La propia secuela en la economía de un país y una provincia ya oxidados, que nos llevaran a un viaje de enorme incertidumbre y desafíos.

Para ello no perdamos al capitán y a ningún marinero.

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