Pascua Única. Única Pascua

Para los católicos, para los judíos, para los ateos, para los cristianos sin dudas esta celebración central de la tradición judeo-cristiana será distinta en cada rincón de la tierra.

El Nuevo Testamento enseña que la resurrección de Jesús, que celebra la Pascua, es fundamento de la fe cristiana.
La resurrección estableció a Jesús como el Hijo de Dios y se cita como prueba de que Dios juzgará al mundo con justicia. Dios ha dado a los cristianos «un nuevo nacimiento a una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos».

Los cristianos, por la fe en el poder de Dios han de discernir espiritualmente con Jesús resucitado, para que se pueda caminar en una nueva forma de vida.

Y si de nuevas formas de vida se trata, la humanidad enfrenta inmóvil, paralizada, atemorizada, el cambio más abrupto y repentino que una civilización puede enfrentar producto de la peor pandemia de la historia moderna multiplicada exponencialmente por el efecto de la globalización.

Están equivocados, quienes aún piensen que esta crisis sanitaria de magnitudes bíblicas solo se trata de un aislamiento obligado (sin dimensión del tiempo real que llevará) y su impacto directo en la recesión económica más grande de la historia (sin dimensión real de las consecuencias).

Introspección, templanza, solidaridad, paciencia, grandeza y responsabilidad emergen como rasgos fundamentales para poder atravesar este proceso y encarar una nueva forma de vida.

Para las nuevas generaciones, del modelo “Plug & Play” -enchufó y juego- , se percibe un menor impacto del efecto demoledor de la extendida cuarentena en los ecosistemas sociales de las familias. Simplemente están habituados al mundo virtual, son parte de este mundo irreal, que, paradójicamente, hoy es cada día más real. Ellos hablan de un “reset”, un simple gesto de apretar una tecla por 10 segundos y su mundo virtual renace como si nada hubiera pasado.

Pero aún para ellos, el cambio a un nuevo mundo será tan contundente que la matriz demográfica y social en la que habitan puede sufrir alteraciones impredecibles.

Tradiciones mediante, la de asociar la pascua al huevo, es sinónimo de la fertilidad y por coincidir la Pascua con la primavera en el hemisferio norte, es la estación fértil por excelencia. El gran regalo de la Pascua es la esperanza; la esperanza cristiana que nos hace tener esa confianza en Dios, en su triunfo final, y en su bondad y amor que nada puede quebrantar.

Esperanza que el nuevo mundo que nos tocará enfrentar, el cual ya estamos recorriendo, encuentre un nuevo equilibro: de igualdad, justicia, libertad y solidaridad en cada rincón de la tierra.

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