La valentía de una nena, la admiración de un país

Con los nuevos anuncios realizados el pasado jueves por el presidente Alberto Fernández, decretados especialmente para el AMBA, cientos de argentinos se volcaron a manifestar su disconformidad: desde sus balcones, con ollas, con palmas, en las calles.

Entre todo ese despliegue de malestar social, la imagen de una nena de sólo 10 años, agitando su bandera argentina frente a los policías que custodiaban la Quinta de Olivos, se viralizó. Esta es una reflexión de cómo una sola imagen puede evocar tantos sentimientos juntos, y despertar algo tan simple como la empatía en el conjunto de una sociedad adultocéntrica y fragmentada.

Es sólo una nena con su bandera. Pero sin quererlo, terminó hablando en nombre de toda una generación. Con los anuncios del presidente Alberto Fernández, en un intento de contener la Segunda Ola del Coronavirus, una de las medidas que más reacción generó en la sociedad, fue la cancelación de las clases en forma presencial.

En ese marco, una nena de 10 años, junto a su tía, su papá, su hermana y su prima, fueron a expresar su descontento a las calles, como tantos otros argentinos. Lo curioso, es que fue la propia nena, la que insistió en ir a las marchas y con su bandera, según lo relatado por su tía que posteo en Facebook la imagen que se volvió viral.

Poco a poco, la niña y sus familiares fueron avanzando entre la gente reunida a las afueras de la Quinta de Olivos, y allí es cuando se genera la escena que marcará un momento histórico en su generación: “Cuando mi sobrina se puso con la bandera ahí en el medio, la gente se empezó a abrir, la rodeó haciendo una medialuna y quedó ella sola en el medio. Fue impresionante“, expresó la tía.

La imagen, habla por sí sola. Acá no hubo divisiones, no hubo chicaneo político de un bando contra el otro, anti-cuarentena vs cuarentena. No hubo grieta. Por difícil que parezca analizarlo, acá sólo era una nena, flameando su bandera lo más alto que le permitían sus brazos, expresando su mayor deseo: el poder ir a la escuela.

Esta niña, cuya identidad por obvios motivos se desconoce, es probable que no haya tomado dimensión del significado detrás de su gesto. Es probable que con el tiempo, logre razonarlo. Pero si hay algo que los adultos de todo el país, que viralizaron la imagen en redes, pudieron percibir es ante todo, empatía y admiración.

Empatía con los deseos de una nena, que sólo quiere ejercer su derecho a estudiar, porque sabe que la escuela es el lugar en donde le corresponde estar. Porque para muchos chicos de este país, la escuela es el único espacio en donde pueden ser justamente eso: chicos.

Chicos que quieren jugar, hacer amigos, descubrir cosas nuevas, encariñarse con su maestra, o incluso poder tomar una merienda o un desayuno. No son grandes exigencias, pero para los cientos de niños que hace un año perdieron la posibilidad de ir a sus respectivas escuelas, es su más grande anhelo.

¿Y qué clase de adulto puede ir y cortar ese anhelo? ¿Quién no se conmueve ante semejante gesto? Desconocer los sentimientos encontrados que la imagen evoca en todos nosotros, es negar una verdad tan grande como el Coronavirus mismo que dio vuelta nuestras vidas para siempre.

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