Un juego de acción que gastó todo su presupuesto en la la diversión
El hombre asalariado nipón es uno de esos estereotipos visuales que son marcados en la cultura como el granjero americano o el briton tomando un té. Una imagen simple, reconocible, con carga simbólica a su alrededor.
No es sorpresa que entonces, este frente es el disfraz perfecto para una organización de espionaje, que usa un maletín como arma blanca y un paraguas como sable.
Assault Spy no pretende esconder nada. Es un juego de acción hack ‘n slash que apenas intenta excusar su ridículo concepto y menos aún explicarlo.
Esta mega corporación robótica Nagabot, está bajo un ataque terrorista.
Dos espías, el mencionado Asaru y Amelia, de la CIA, se inciden dentro de su investigación, cruzando caminos y encontrándose con diferentes aliados o jefes.
Y durante todo el paso, decenas de robots agresivamente intentan detenerlos.
Si las capturas no lo hacen evidente, el rasgo anime es muy fuerte en su estilo narrativo. Una mezcla de novela visual, cinemáticas y carencia de doblaje refuerzan su actitud relajada, tildando más a la comedia de la situación y sus personajes exagerados. Y si llega a ser irritante, todas las cinemáticas se pueden saltar de inmediato.
Jugablemente, la mejor forma de describir Assault Spy es “Devil May Cry barato”. Es un juego de acción con notablemente pocos ataques, pero con un enorme potencial para combos y mezclas de movimientos.
Asaru se enfoca en su maletín, tarjetas que explotan y su paraguas, con un enfoque en esquivar, saltar e intentar mantener inmovil a los enemigos.
Su maletín tiene la mayor cantidad de ataques posibles, con algunos que se requieren para las acrobacias más desarrolladas. El paraguas actúa como un yamato, cargando energía y haciendo enorme daño con cortes específicos y eficaces.
Amalia es más directa y brutal. Aparte de su lanza y pistola, que son más para complementar sus movimientos, sus puños y patadas hacen todo el trabajo. Es un set de movimientos que buscan dejar expuestos a los enemigos para darles una absoluta paliza antes de que la mayoría ni pueda reaccionar.
Amalia es mucho menos fina, pero el doble de eficiente que Asaru, haciendo a sus campañas separadas aún más únicas al diferenciarse tanto en estilo de juego.
Una selección de dificultades para completar, un dojo para practicar y un sistema muy generoso para probar los movimientos complementan la corta duración inicial. Ambas campañas duran como mucho unas tres horas, pero hasta llegar a dominar el estilo de juego hay un duro camino por delante.
El juego puede ser fácil de aprender, pero exige refinar estrategias y saber mantener la calma para llegar a su mayor puntaje. Además con los dos personajes, esta rejugabilidad se duplica sola.
Puedes jugar la campaña de Asaru y Amelia desde el principio, pero para el propósito de la historia, sugiero ir primero con la campaña de Asaru.
Lo malo es que el chiste de “barato” no es una exageración.
Es gráficamente pobre, simple y deja mucho que desear técnicamente. Únicamente para lo mal que se podría ver, encima corre en Unreal engine, que solo entorpece más su empeño técnico. Lo que importa es que jugablemente está muy bien hecho, pero no saca esa sensación de carencia que impregna todo lo visual.
Por lo menos, esto se traduce al precio final, y al mismo tiempo, le da más margen para compensar con solo su aspecto mecánico.
Y por suerte, esas mecánicas lo mantienen fresco y desafiante de seis a quince horas ininterrumpidas.
