Escaramuzas callejeras con un tinte de Hannibal
Comúnmente, el concepto de un combate cuerpo a cuerpo es raro en un juego de primera persona. Medir distancia, encajar golpes, evitar sorpresas, todo es mucho más difícil cuando solo tenemos dos ojos.
Por suerte, esta limitación viene como anillo al dedo para un juego de terror, y es exactamente lo que hizo Monolith Productions en 2005.
Protagonizando a Ethan Thomas, un detective de la FBI acusado de homicidio, nos aventuramos en los peores callejones de una ciudad oscura en medio de un disturbio civil. Las zonas empobrecidas están plagadas de vagabundos que se lanzan a riñas indiscriminadas, y es la ley del más fuerte. Pero ahí está toda la evidencia de la inocencia de Ethan, y no hay otras opciones a medida que la policía le da caza.
La historia es un tanto corta en desarrollo lamentablemente, pero entre las investigaciones forenses y la increíblemente atmósfera, se mantiene un opresivo aire de tensión durante toda la duración. Con una clara inspiración en Silencio de los Corderos y Seven, es difícil no estar tenso al investigar lugares perdidos de la civilización, más cuando los toques sobrenaturales entran a la escena.
Como se esperaría de un juego que busca implementar combate de forma realista, un arma de fuego es nuestro mejor amigo para sacar un problema de encima. Pero hay un pequeño problema- escasez. Ya sea en el piso o de la mano de un enemigo, lo que tenga el arma es la munición que nos toca.
Eventualmente, incluso tratando de tener sumo cuidado, la única forma de evitar ser molido a golpes es tomar un palo y reventar a los psicópatas que buscan pelea en las calles.
Con solo ataque, una tazer, patada y bloqueo, el combate podría aparentar ser demasiado simple a primera vista. El truco es que todas las peleas duran muy poco, y cada arma blanca tiene diferentes atributos que las hacen más situacionales.
Dar riña con un hacha puede ser tentador, pero los ataques lentos nos dejan expuesto. Usar una cañería puede ser mejor, pero la defensa al bloquear es más pobre. De la misma manera funciona con los enemigos, lo que nos permite optimizar nuestro combate y adaptarnos.
Saber qué palo usar no es suficiente para sobrevivir igual, ya que la inteligencia artificial busca emboscar, hacen ataques falsos o intentan escabullirse. Y a todo esto hay que buscar las pistas que le llevaran a Ethan a encontrar al verdadero criminal.
Quizá esa es la única parte realmente mala de la campaña, ya que son demasiado simples y casi automáticas de resolver. Hay muy poco de parte nuestra, pero al menos, puede en cualquier momento salir alguien a darnos una trompada, manteniéndonos alerta.
Salvo unos coleccionables, no hay muchas razones para volver a las calles, pero considerando lo tenso que es, dudaría de alguien que quisiera. Es un juego de decente duración con una identidad muy memorable que nunca da un respiro total.
