Secuela expansiva al sandbox de zombies, con menos fotografía y más fuerza bruta.
Hasta hoy, la pregunta de “cómo sobrevivir al apocalipsis” es una incógnita que pocas veces se responde con sinceridad. La gran mayoría de nosotros probablemente moriría bastante rápido, y si no, nuestra lucha por sobrevivir eventualmente se perdería. Para Chuck Greene, solo una cinta adhesiva es necesaria para hacer un trote en el parque.
Esta secuela al clásico de la Xbox 360 no solo buscó expandir su sandbox, pasando de un shopping a una parodia a Las Vegas, amplio aun mas lo que ya era un sólido concepto.
Estamos en un lugar encerrado con zombies, y hay que averiguar qué ocurrió. No hay suficiente tiempo, y todo a nuestro alcance es un arma. Buena suerte.
La idea era una genialidad, no solo por su claro homenaje al cine clásico del género, sino por su ejecución. Morir permitía seguir la partida o reiniciar la historia, manteniendo el nivel actual, y hacer de a poco más fácil el trayecto. A pesar de que la mayoría del tiempo los enemigos eran zombies, el verdadero villano era el contrarreloj para descubrir la verdad de los hechos.
En Fortune City, el viudo ex-campeón de motocross Chuck Greene está atrapado en medio de una fuga de zombies proveniente de un show de matazombies del cual participaba. Su pequeña hija necesita una medicina para evitar que se transforme en zombie, todos los dias. Y para empeorarlo todo es acusado en TV de haber iniciado el evento. Con tres días antes de que lleguen los militares y una hija por proteger, no le queda más opción que salir afuera a la ciudad y probar suerte.
Chuck tiene a su disposición todo lo que encuentre, pero la mayor novedad al juego son las cincuenta armas combo, usando dos objetos para crear una super arma. Algunas son para hacer daño, otras sirven para despejar un área o son un chiste, pero una cosa las une. El enorme aluvión de puntos de experiencia que traen. Usar armas combo solo expande la densidad de formas para matar zombies, dando lugar a aún más opciones que antes para superar la horda.
Además de buscar la verdad de los hechos, decenas de misiones opcionales piden rescatar sobrevivientes atrapados y vulnerables.
La mayoría solo necesitan ayuda, pero algunos no son tan rápidos a querer seguirte hacia el refugio. Por lo menos son mucho más inteligentes que el primer juego, siendo muchísimo menos frustrante.
Una vez más también retornan los psicópatas, personas que atacan a otros sobrevivientes o a Chuck por locura o intereses siniestros. Estos mini jefes todos tienen un set de ataques únicos, desbloqueables, y aun mejor, una canción de rock industrial propia.
A pesar de en texto ser una secuela sumamente mejor, Dead Rising 2 no escapa sin defectos. No solo es el concepto de armas combo inherentemente superpoderoso, hace fácil ignorar gran parte del contenido disponible si se prefiere, y el juego termina siendo demasiado fácil.
Además, las versiones remasterizadas en consola sufren de una tasa de fotogramas algo inestable por tener tantos zombies en pantalla.
Al final, quizá es inevitable cuando se empuja tanto una segunda parte. Por lo que cuenta, Dead Rising 2 es un excelente malgasto de tiempo, más aún con un compañero para el modo cooperativo.
