Dolido por problemas del desarollo, pero pulido donde vale la pena – el estilo.
Devil May Cry pareció siempre estar dos pasos atrás.
Su primer título era algo simple pero conquistó el mundo, su secuela fue infamemente terrible y casi mato a la saga. La tercera logró volver con furia, estableciendo la franquicia como un clásico, pero hoy es criticada por su último tercio.
Y luego está la cuarta parte. Con un desarrollo turbulento que causó daños al diseño, pero sentó las bases a la quinta entrega. Y si no fuera porque al final el reboot de 2013 no fue a nada, habría sido una nota amarga.
La historia, que sirve de medio inicio fresco en la serie, torna sobre las desventuras del legendario cazademonios Dante y el trabajo de eliminar un culto a Sparda, su padre.
Esta misión se ve algo ofuscada por Nero, un joven que le llama la atención por sus habilidadesocultas. Eventualmente tras los hechos, este novato no solo descubre que esta leyenda es su tío, sino que además posee poder incunable y es un heredero a algo mayor.
Como buen hack n slash, jugablemente el enfoque es casi por completo en combate, un poco de exploración, y permitir tener el control rápidamente.
Todas las cinemáticas se pueden saltear, y el control es preciso, cómodo y fluido. Además de correr a una velocidad envidiable, está extraordinariamente bien optimizado y visualmente aguanta más de una década de edad.
Nero es un nuevo personaje jugable, y sirve en gran medida como un aire refrescante en lo que es historia y combate. Es emocional, agresivo, pero burlón y provocador, y se ve en sus movimientos y formas de pelear. Su mayor truco es su brazo demoníaco, que permite hacer movimientos exclusivos devastadores. Durante gran parte de la trama su única preocupación es rescatar a su novia, raptada por razones que no comprende.
Su tío, Dante, sirve como hermoso contraste en tanto la narrativa como en lo jugable. Nero está frustrado, descubriéndose a sí mismo, y pelea como un vándalo.
Dante no solo está pasándola de diez, disfrutando cada segundo en pantalla, es un cóctel de técnicas y herramientas. Introduciendo un “cambia estilos”, es capaz de cambiar su forma de combate en el aire, y junto a las armas que va obteniendo, solo aumentan las opciones.
Se convierte en un rompecabezas de peleas, con un nivel de profundidad impresionante.
Es por eso que duelen tanto los problemas de desarrollo, visibles en los niveles y ritmo.
Puzzles molestos, jefes mediocres (con grandes excepciones), partes irritantes, y peor aún, mucho contenido reciclado. Lo peor es que Dante literalmente recorre el juego al revés, añadiendo muy poco a la segunda mitad.
Tres factores redimen el paquete. Primero, el expandido modo Palacio, que ofrece rejugabilidad infinita, en un desafío largo y constante. Segundo, el contenido de su edición especial, que añade a los favoritos Vergil, Lady y Trish, dando aún más combate y rejugabilidad.
Y finalmente, la memorable banda sonora, mezclando orquesta religiosa con metal del 2000 ‘s.
Al final, sigue siendo un excelente juego de acción, plagado de errores, pero que sentó una base excepcional con una profundidad inigualable.