Portal – Pensar con agujeros

Una pequeña obra maestra salida de la casualidad.

A mediados de 2005, unos estudiantes en Washington presentaron la demo de Narbacular Drop en la feria de graduados. Este título llamaba la atención por su increíble tecnología de portales, particularmente por usar el espacio 3D tan efectivamente.
Robin Walker era uno de los tantos invitados, y al pasar por el stand de los jovenes, probablemente noto el diamante antes que nadie, invitándolos a Valve a presentarlo. Diez minutos ensayando el juego, fueron contratados para crear una versión en Source, el motor del estudio.

Estos eventos son la historia de la creación de Portal, hoy un rígido clásico que perdura como uno de los títulos más perfectamente diseñados. Es argumentable que casi todo el mundo ya sabe lo bueno que es. Pero siempre hay un iluso, un nostálgico, o alguien que puede aprender de tanta simplicidad efectiva. 

En Portal, una mujer se despierta en la recámara de una Aperture Science, donde diferentes pruebas experimentales buscan experimentar una pistola especial. Está en su diseño completo arroja un portal azul y uno naranja, y lo que entre en uno sale en el otro.
Esta idea ya por sí es algo muy inusual, pero la mano invisible de los diseñadores magistralmente guían el aprendizaje. Las cámaras de a poco introducen cada elemento del juego hasta que dan el control total cuando todas las cartas están en la mesa.

Un juego que dura dos horas, pero que resiste al paso del tiempo y perdura en su eterna perfección. Sin embargo, como bien dijo un desarrollador, la jugabilidad del título no es suficiente para que logre ser eternamente entretenido. 

Es que todo este diseño tan excelente requiere un marco que lo haga relucir, y ahí está el distintivo “estilo” Valve, comedia escondida dentro de un tinte sinceramente siniestro. 

Los laboratorios de Aperture son estériles, solitarios, carecen de alma, y nuestro único compañero en la historia es GLaDOS, la AI de las instalaciones. Esta computadora, que tiene la actuacion impecable de Ellen McClain, es practicamente un cocktail de humor negro constante. Te trata como un estupido, tartamudea idiomas, dice cosas insensatas y habla de traer a tu hija como el momento ideal para “testeos”.

Y las instalaciones tampoco ayudan. Los powerpoints ridículos, los carteles sin sentido, que tengan tantos tests con peligros A humanos, Aperture es tanto un personaje como el jugador o GLaDOS, excepto que silencioso.

Es esa combinación de un lugar tan desolado, con una villana tan difícil de tomarse en serio, en un lugar tan insensato, que realmente virtualiza la atmósfera incómoda y turbia. Ni hablar de la excelente música de Kelly Bailey que cierra el moño del paquete. 

Así que eso es Portal. Un merecido ganador de cada halago, nacido de la casualidad, que aun con una secuela argumentativamente superior, retiene un aura irresistible.
Quiza es la duración ideal, o su tono, o la canción de créditos, pero Portal es el favorito de muchos. Y nadie puede culparlos.

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