Horripilante como experiencia seria, una maravilla como hazmerreir.
En la última retrospectiva, se comentó como la increíblemente reconocida Resident Evil parece tener uno de los mayores impactos en la industria. La saga de horror no solo es un monumento en su género, sus aportes a otros son incontables y de los más importantes.
Es por eso que cuando se discute su historia, hay mucho rencor en tiempos recientes contra su quinta y sexta entrega.
No solo abandonan el balance de serio y cómico en su tono, tienen menos empeño en su diseño y un enfoque en la acción demasiado fuerte sin variación.
Resident Evil 6 es en particular un aglomerado de todo lo malo de esa era en la industria y con la franquicia. Historia horrible, QTE, combate excesivo, enfoque en disparos, plagado de momentos ridículos y cooperativos online. Guion descerebrado, acción exagerada, explosiones constantes. Un terrible juego en la serie.
Sin embargo, hay otra forma de ver la película.
Si algo hizo bien el largo tiempo de COVID-19, es destacar experiencias multijugador, haciendo juegos como Among Us y Fall Guys éxitos de noche a la mañana.
Otras experiencias con modo cooperativo tuvieron un resurge de interés, dando una trama a seguir o más variedad para disfrutar. Y en ese ambiente, juntarse en línea para jugar el título con un amigo y tomárselo como un bizarro chiste rinde de forma espectacular.
La estúpida trama se torna en una parodia de sí misma tras pocos minutos invalidando la sinceridad de lo serio que es el tono con lo bombástico que es ponerse a combatir. Es un shooter de tercera persona con un inusual nivel de movimiento y flexibilidad, y cada personaje tiene algún talento propio en combate.
A pesar de eso, que sea decente de jugar no es el punto. ¿Esos soldados capaces de pelear hordas de zombies? Pueden pegar una patada a sus amigos, volándolos contra un precipicio. Todas las situaciones tan imposibles y espectaculares se tornan en un hazmerreír por una frase fuera de tono sobre la unión familiar.
O cosas pequeñas como trabarse en puertas, bugs y otros errores imprevisibles creando una constante comedia orgánica. En todas partes hay algo gracioso esperándote.
En el momento que se abandona el pretexto de una experiencia seria, poder dar el pulgar arriba a un compañero atascado en un rincón se transforma en la experiencia esperada.
Uno podría recomendar el juego solo por lo divertido que es en cooperativo, pero no es que sea un mal juego en sí. Cada campaña tiene sus propios niveles, enemigos, armas y hasta jefes individuales para variar y ser tan impredecible como se pueda. Esto solo exagera la confusión y sorpresa de cada evento, catapultando aún más la risa cada vez que algo absurdo ocurre.
Las cuatro campañas de por si duran más de quince horas, y si se suma el modo mercenarios lleno de contenido, se puede quintuplicar el tiempo.
Pocas veces la idea de “apagar el cerebro” redimen un juego que realmente es pasable a mediocre. Resident Evil 6 es una hermosa excepción a esa regla.
