Pequeño título hipnótico, adictivo e infinitamente colorido
Terry Cavanagh es principalmente destacado por su pequeño VVVVVV, un particular plataformas basado en dificultad y visuales cambiantes. Aclamado por las horas de contenido con una idea tan simple, fue lo que le saltó a la fama. Su otra joyita sin embargo es aún más desorientadora, interesante y cruel, llamada Super Hexagon.
En Super Hexagon, controlamos un triángulo que gira en torno a un hexágono, el cual recibe paredes de los costados de la pantalla. Con reflejos rápidos hay que esquivar los muros a medida que la pantalla gira, cambia de color, salta al ritmo de la música, y aumenta la velocidad de movimiento.
Cada nivel requiere llegar a un mínimo de 60 segundos para “ganarlos”, pero la duración total es infinita, hasta que el jugador pierde. Tras ganar un nivel, se desbloquea uno más, con dificultad aumentada y una nueva canción. Tras tres victorias, se desbloquean nuevos niveles basados en los primeros, pero exponencialmente más difíciles.
Una fórmula literalmente perfecta. Con suficiente tiempo y práctica, cualquiera puede dominar el juego, y superar tiempos gigantes. Además, el rápido “reintentar” significa que en menos de un segundo fluye un “ultimo” intento, ad infinitum. Una simpleza que no deja mucho que hablar, por que no le falta ni le sobra nada.
Chipzel se roba la mitad de la culpa por el vicio, proporcionando la banda sonora, simple pero efectiva y gracias a su fluidez nunca termina de gustar.
Un precio baratísimo es la única barrera en un juego ampliamente disponible, eternamente adictivo.
