OMORI – Están tan grandes

Aventura sobre la amistad que recorre diversas perspectivas sobre crecer y las emociones.

Para un juego que en su momento fue un desastre de crítica, EarthBound resultó siendo una obra fundamental de la SNES. Su concepto principal de unos niños recorriendo el mundo imaginario es un punto de partida tan reconocido que hoy es un cliché establecido. Para los fans del género RPG, que unos adolescentes se unen en amistad a derrotar un dios maligno es otro Lunes.

La popularidad cultural de EarthBound fue gran parte del éxito que trajo a títulos independientes creados con las herramientas de RPG Maker por el paso de los años. Con varios éxitos tales como OFF, One Shot o Lisa The Painful, el variado catálogo siempre se expande. El último título notable de este linaje, Omori, es probablemente uno de los más especiales.

Estilizado con una mezcla de pixel art e ilustraciones, Omori nos presenta un grupo de cinco jóvenes los cuales inician un viaje en un mundo imaginario para rescatar a uno perdido. Liderado por el titular Omori, nos aventuramos en diferentes lugares con decenas de personajes y encuentros . Como todo Turn-Based, por lo general hay encuentros aleatorios donde nos enfrentamos a diferentes criaturas con propiedades únicas en turnos.

Los cuatro protagonistas jugables tienen diferentes usos en los combates y es una cuestión de encontrar la forma ideal de optimizar las estrategias. Fuera de eso se pueden comprar golosinas o juguetes que asisten con estados (como aumentar defensa o recuperar salud).

El único toque que trae Omori a la mesa es el concepto “piedra, papel o tijera” de las emociones. Tanto los niños como los enemigos pueden entrar en un “estado” de ánimo, los cuales respectivamente son más eficaces contra cada uno. Aparte de también afectar el daño, hacen diferencia fundamental en la defensa, velocidad y chances de ataques críticos.

Algunas habilidades o juguetes pueden manualmente cambiar el estado de ánimo de los chicos, por lo que saber alterarlos en el momento se convierte en una parte fundamental para las partes más difíciles.  Un jefe que esta estasis es mas fácil de derrotar con los cuatro chicos tristes, y si el jefe estuviera triste, enfurecerlos los hace mejores para ganar.

A pesar de que la trama podría salirse con ser un simple juego de imaginación, Omori no se lava las manos para buscar contar una historia sin consecuencias. Tras hacer suficiente progreso en la búsqueda, Omori despierta al mundo real todos los dias, donde lo visto en su sueño se contextualiza. 

Aparte de tornar un giro a un entorno más normal, rápidamente se descubre que hay más en la relación de estos amigos. Es aquí donde se tocan los temas más maduros y serios, algunos siendo bastante duros de digerir en contexto, por lo que discreción es recomendada.

Además de la mencionada estética visual,  la banda sonora hace gran parte del trabajo para captivar y sumergir en la aventura, con la variedad de situaciones siendo aún mejor con el excelente uso del audio.

Sin embargo, quitando lo audiovisual y la narrativa, un ávido de los Turn Based va a sentirse un poco decepcionado. El combate no es lo suficientemente profundo para entretener durante horas, y el juego depende de cautivar con sus personajes para lograr engancharse.

Por suerte, es fácil engancharse. El carisma de los protagonistas y la madurez de la trama hace de una experiencia emocional la cual solo cada tanto aparece. Y cuando de emociones se trata, Omori es un rotundo golpe al alma.

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