Luego de vaaarios meses (y un poco de dolor de cabeza para estudiantes y profesores), el regreso a las cursadas está cada vez más cerca. El Ministerio de Educación, a través de la Secretaría de Políticas Universitarias, acordó con el Consejo de Rectores de Universidades Privadas, el protocolo que marcará el regreso a las actividades presenciales.
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Sin embargo, la fecha puntual para el dictado de clases presenciales aún es motivo de debate porque dependerá de la situación epidemiológica de cada provincia. De hecho, el ministro de educación, Nicolás Trotta ya adelantó que “el sector universitario va a ser el último en regresar”. Esto tiene que ver con que en las universidades, la circulación de gente es bastante elevada.
El protocolo, fue aprobado este martes, de manera unánime por la cartera educativa junto al CIN y el CRUP. En el mismo, se establecen un conjunto de pautas y lineamientos generales para el regreso a clases presenciales, teniendo en cuenta criterios sanitarios y de organización institucional y pedagógica. Señalaron que “constituye un piso mínimo de requerimientos para la apertura de instituciones educativas, a partir de los cuales cada jurisdicción podrá agregar criterios adicionales”.
Entre las medidas que se imponen, se combinarán las clases a distancia con alternancia presencial. Además, se deberá tener en cuenta las condiciones edilicias básicas y contar con los elementos de higiene necesarios. Los alumnos que asistan a las clases presenciales, deberán hacerlo con tapabocas y cuidar el metro y medio de distancia interpersonal.
“El compromiso del cuidado de la salud es nuestra prioridad. Creemos que la construcción del regreso a la presencialidad demanda de profundos consensos de toda la comunidad educativa. La decisión del regreso físico a las aulas será tomada por cada rector y rectora una vez que la situación epidemiológica de cada región así lo permita y se garanticen las condiciones sanitarias establecidas en los protocolos”, expresaba Trotta.
Otras de las medidas establecidas en el protocolo son por ejemplo, el estímulo del trabajo remoto para las actividades administrativas, el regreso escalonado a las actividades de investigación que no hayan sido consideras esenciales, la evaluación de la necesidad de los exámenes presenciales, según las medidas sanitarias, y la autorización de ingreso a los establecimientos solo para actividades programadas, entre otras medidas.