El terror del regreso de los talibanes para las mujeres en Afganistán

Tras el retorno del poder talibán a Afganistán, miles de mujeres temen perder los derechos que lograron conquistar hace 20 años atrás. Cuando los talibanes gobernaban en Afganistán a fines de los 90s y principios e los 2000, su interpretación estricta del Islam cortaba los derechos civiles y humanos más básicos de las mujeres, como la educación y el trabajo.

Continúa la preocupación internacional por el regreso de los talibanes al poder en Afganistán, especialmente por lo que implicaría en materia de derechos para las mujeres, tal como sucedía a fines de los 90s y principios de los 2000. En aquellos tiempos, la interpretación estricta del Islam por parte de los talibanes implicaba la negación de los derechos humanos y civiles más básicos de las mujeres, como el acceso a la educación y el trabajo.

Además, en otras formas más aberrantes de dominación, las lapidaciones y ejecuciones públicas de mujeres y niñas eran moneda corriente, ya sea por adulterio, por salir a la calle sin un hombre o hasta por llevar esmalte de uñas.

De acuerdo a un informe de Amnistía Internacional, estas son algunas de las reglas que los talibanes imponían sobre las mujeres, y por qué existe tanto temor de que la historia vuelva a repetirse:

-Educación y trabajo:

Los talibanes prohibieron la educación de las niñas en las escuelas. El aprendizaje en casa se toleró en algunas instancias, pero en general también se reprimió, según el Departamento de Estado de Estados Unidos. Esto quiere decir que las mujeres, que hasta entonces podían estudiar incluso en la universidad, se quedaron sin oportunidades.

A las mujeres también se les prohibió, salvo excepciones (por ejemplo, los trabajos vinculados a la agricultura en zonas rurales y en algunas instalaciones de salud), trabajar fuera del hogar. Y esto, además de una restricción severa a la libertad, redundó en pobreza: miles de mujeres viudas —en muchos casos como consecuencia de la vida civil— que se sostenían con sus ingresos se vieron obligadas a mendigar o vender sus pertenencias para mantener a las familias.

-Acceso a la salud:

En 1997, los talibanes dispusieron que hombres y mujeres debían ser atendidos en distintos hospitales y se le prohibió a todas las trabajadoras de la salud mujeres desempeñar sus tareas en los 22 hospitales de Kabul, según un artículo publicado en el American University Washington College of Law. Solo se permitió atender mujeres en una instalación que tenía 35 camas y donde no había agua limpia, electricidad ni equipamientos para realizar diagnósticos y cirugías, entre otros recursos.

“Bajo el régimen talibán, a las mujeres solo se les dio un acceso muy rudimentario a la atención sanitaria y médica, poniendo en peligro la salud de las mujeres y, a su vez, de sus familias. En la mayoría de los hospitales, los médicos hombres solo podían examinar a una paciente mujer si estaba completamente vestida, excluyendo la posibilidad de un diagnóstico y un tratamiento significativos”, dice el Departamento de Estado.

-El uso del burka:

Antes de que los talibanes tomara el control, el burka ya existía en Afganistán y lo usaban algunas mujeres, por ejemplo en áreas rurales. Sin embargo, no era obligación, y en las ciudades muchas mujeres simplemente se cubrían la cabeza con pañuelos.

Con el régimen el burka —una prenda que cubre desde los pies hasta la cabeza, incluidos los ojos que quedan cubiertos detrás de una malla— se volvió obligatorio. Este requisito se exigió incluso a niñas pequeñas, de ocho o nueve años, según el Departamento de Estado.

Su uso se hacía cumplir con amenazas, multas y golpes. Además se prohibió el maquillaje, los esmaltes de uñas, y los zapatos que hicieran ruido, entre otras prendas y accesorios.

-Prohibición de salir sin un hombre:

Las mujeres no podían salir en público a menos que un hombre de la familia como un padre, hermano o esposo las acompañara. La regla no tenía excepciones, ni siquiera si las mujeres necesitaban ir al médico.

Las mujeres no podían manejar ni tomarse un taxi sin compañía de un hombre. Solo podían transportarse en autobuses especiales con las ventanas pintadas para que nadie pudiera verlas de fuera. Lo mismo ocurre con las ventanas de las casas, que deben tener las cortinas cerradas o pintadas para que nadie pueda ver a las mujeres desde afuera.

-Violencia física en general:

A las mujeres se las azotaba por mostrar uno o dos cm de piel bajo el burka, recibían palizas si intentaban estudiar y podían ser lapidadas hasta la muerte si se las hallaba culpables de adulterio, según Amnistía Internacional.

Además de las golpizas, los actos de violencia incluían violaciones, secuestros y matrimonios forzados. De hecho, el 62% de mujeres estaban casadas antes de cumplir los 18 años.

La situación actual de las mujeres en Afgansitán y qué piensan los talibanes:

Pese a que existen resistencias y limitaciones en cuanto los derechos alcanzados por las mujeres en Afganistán, desde hace dos décadas que son reconocidas como sujetos de derecho en ese país. La Constitución de 2004 garantizó la igualdad de derechos y cuotas para la participación de las mujeres en el Parlamento, entre otras disposiciones. Más de tres millones de niñas están inscriptas en escuelas. Para 2019, más de 1.000 mujeres tenían sus propios negocios. También mejoró el acceso a los servicios de salud.

No obstante, estas conquistas vuelven a verse amenazadas por el regreso de los talibanes al poder, incluso aunque aseguren presentarse a sí mismos como “más moderados”, según CNN. Afirmaron que están comprometidos con el proceso de paz, un gobierno inclusivo y dispuestos a mantener algunos derechos para las mujeres, por ejemplo la educación.

El propio dirigente talibán Enamullah Samangani, aseguró que “el Emirato Islámico no quiere que las mujeres sean víctimas”.

No obstante, un informe de Human Rights Watch de 2020 explicaba que “aunque los talibanes declaran oficialmente que ya no se oponen a la educación de las niñas, muy pocos funcionarios talibanes permiten de hecho que las niñas vayan a la escuela después de la pubertad. Otros no permiten en absoluto las escuelas para niñas”.

En ese marco, la activista Mahbouba Seraj, de la Red de Mujeres de Afganistán, expresó en diálogo con CNN que “en medio del terror que vive parte de la sociedad, la única opción que les queda es esperar” para ver de qué manera el nuevo régimen se adaptará (o no) a los derechos obtenidos.

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