Max Payne 2 – Ilusión de elección

Ambiciosa secuela y desenlace a un personaje sufrido, en una historia de amor noir.

Ojos de celos y admiración caían sobre Remedy, un estudio de Finlandia con solo otro juego y una demo técnica a su nombre. De noche a la mañana a fines de 2001, este pequeño grupo se convirtió en uno de los más aclamados desarrolladores de la industria.
Años invertidos en Max Payne, juego de acción noir mezclado con cine Hong Kong, pagaron cada sudor y lagrima.

Uno de esos desarrolladores que miraron a Remedy era Rockstar Games, que su lanzamiento de Grand Theft Auto III prácticamente los hizo amos del barrio.
Tras hacer una version para consolas del título, ofrecieron a Remedy una oportunidad demasiado tentadora. Una secuela con el doble del presupuesto, y tres millones de dólares por los derechos del detective. Remedy aceptó la oportunidad para despedirse, y lanzaron Max Payne 2 : The Fall of Max Payne en 2003.

Tras el final del primer juego, Max logró vengar a su familia y sobrevivir su guerra contra una mafia farmacéutica, pero esa satisfacción no fue suficiente. Tras volver a su puesto policial, no tarda en volver a buscar problemas, con una organización sicario en su mira por un asesinato.

Es cuando la femme fatale Mona Sax retorna a su vida que las cosas se tornan gris para el protagonista, envuelto en una guerra mafiosa donde su rol será su condenación.

Max Payne 2 es una secuela que sabe ser sabia con lo que recicla y lo que no. Es una trama mucho más siniestra y seria así que usar actores profesionales es la medida de transmitirla. Hay humor aun, pero mas espaciado para no sacar el foco a los personajes o sus dilemas, con un desarrollo dramático consistente y solido.

Además de poner más esfuerzo en la presentación, hay un gran apartado visual, de audio y se nota mucho en las icónicas tiras que avanzan la trama. Se ven todas profesionales, con un buen nivel de detalle y guion mucho superior al original.

La historia es atrapante desde el primer minuto y solo crece en complejidad, hilos de personajes y emociones. Max no solo enfrenta amistades, un amorío peligroso, y a su propia cordura
Y para combatir esta unidad mercenaria, y a sí mismo, Max cuenta con literales superpoderes.

En lo que probablemente sea el rasgo más divisor a la secuela, el icónico tiempo bala cambia su forma de funcionar. Antes una representación de sus reflejos, ahora esta habilidad le permite a Max moverse mucho más rápido, recargar casi instantáneamente con un giro y acribillar sin cesar.

Es un fuerte contraste al original, que tenía un protagonista vulnerable y contra una feroz competencia que por los pelos superaba. El cambio hace de Max Payne 2 una absoluta fantasía de poder, pero si le saca peso a la humildad que hizo al miserable detective tan carismático.

Si se perdona esa pérdida subjetiva, el juego en sí es estupendo, con controles que apenas envejecieron y diverso armamento y mejoras a el combate.

La otra gran contención es su duración, apenas superando las seis horas, al menos con modos que incluyen supervivencia y speedrunning, espaciando un poco mas de tiempo. No es que hacia falta, la intención de era una buena historia con principio y fin satisfactorio que despidiera al detective en una nota dulce.

Cumplieron con el objetivo.

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