Return to Monkey Island – No hay monos esta vez (23/9)

La inesperada, cuestionable y sorprendente conclusión que nunca debió ocurrir

En la cultura popular de los videojuegos, unos destacados consiguen mantener su legado con el paso de los años. Algunos forman una iconicidad la cual les mantiene un espacio en la memoria de varios. Y unos ínfimos resisten el constante paso del tiempo como un grande. Hay pocos casos donde se aplique tanto como la legendaria Monkey Island.

Creada por LucasArts en el auge de su influencia, esta serie de aventuras gráficas por Ron Gilbert es una reliquia sagrada para muchos y representa un íntimo vínculo con la infancia y PC Gaming.

Ron fue a hacer sus propios proyectos tras LeChuck’s Revenge, con títulos como Pajama Sam y Freddi Fish, orientados a un público infantil, con la franquicia lanzando tres títulos y dos remasterizaciones en su ausencia. En su blog personal, cada tanto mencionó su deseo de retornar a su obra, terminando la historia en sus propios términos, cosa imposible con Disney teniendo en sus garras el juego.

Y ya sea por milagro, por conexiones o mera suerte que cayó del cielo, Return to Monkey Island ocurrió, trayendo de nuevo a los autores, sus músicos y muchas de las voces originales para una salida triunfal. Bueno, casi.

Tomando las riendas tras el desenlace de la segunda historia, volvemos a las botas del gran pirata Guybrush Threepwood, dispuesto a finalmente descubrir el secreto de Monkey Island. Su único problema es que es exactamente lo mismo que su archienemigo, el maléfico LeChuck, planea hacer.

Una vez más, nos encontramos con un point and click donde el progreso se marca con el progreso de rompecabezas, diálogos y exploración. 

Las islas que retornan tienen algunas nuevas áreas de exploración, con nuevos y viejos personajes decorando las calles. Algunos personajes de otras entregas se encuentran en costados remotos con el avance de la trama, con el excéntrico Murray siendo la estrella del show.

Los rompecabezas son significativamente más fáciles al inicio, permitiendo a un novato avanzar con pocos problemas hasta casi la mitad de la trama, y facilitando aprender los ticks que definen el diseño de los acertijos. Para facilitar a aquellos que se quedan demasiado trabados, un útil libro de pistas acompaña con pequeñas sugerencias, y si todo eso falla revela la solución. En el peor de los casos o para aquellos que solo se quieren quedar con el humor y su historia, un modo casual saltea gran parte de los rompecabezas más difíciles.

Como aventura gráfica, Return to Monkey Island es un triunfo, un retorno al género extraordinario con una enorme variedad de problemas y soluciones. Accesible y con un desafío justo, es un logro que la fórmula se mantenga tan pura y bien diseñada.
La combinación de la excelente banda sonora y las voces mantienen la atmósfera comedia y algo subversiva en las 7 a 10 horas que se requieren para finalizarlo, y el final ata tantos nudos como puede de una historia que no tenía un final claro.

Pero como todo milagro, hay letra chica. Para Gilbert, esta era una oportunidad de algo distinto, y su estilo visual, reminiscente a Flash y vector-art, es notablemente radical, algo obtuso y subjetivamente polémico. Es un punto que ha llegado a inclusive provocar la ira de cientos, los cuales rehúsan probar el ansiado retorno solo por sus gráficos.

Lo único que puedo recomendar es, dale una oportunidad. Quizá se logre tolerar, ignorar, o hasta guste, pero no dejes que evite disfrutar lo que es un gran juego que tenía un legado enorme que concluir- y que a fin de cuentas, lo ha logrado.

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