El rey de las aventuras gráficas reclama su trono, con toques de David Lynch
Los nombres Ron Gilbert y Gary Winnick son en círculos aficionados en computación dos hombres a los que se les debe una disculpa. Para los que vivieron la era dorada de aventuras gráficas, sus juegos fueron la infancia de muchos, incluso si varios recurrieron a la piratearía. Desde Maniac Mansion a Monkey Island, fundamentales del género.
En todo caso, Ron se marchó a hacer su propio estudio tras Le Chuck’s Revenge para crear títulos como Freddy Fish y Putt Putt. Muchos años más tarde, un crowfunding finalmente le dio la oportunidad de recordarle al mundo por que es uno de los más reconocidos desarrolladores de la industria.
En el titular pueblito, un misterioso asesinato conmueve a la pequeña poblacion, la cual ya de por si es bastante extraña. Dos detectives del FBI se ponen riendas a encontrar al responsable, pero tanto ellos como otros personajes tienen más razones para husmear la comunidad. A estos se les unen Dolores, una programadora, Ransom, un payaso obsceno y Frank, un fantasma.
Jugablemente, es una aventura gráfica sin duda. Usando verbos para interactuar con el mundo y explorar los locales para conversar con personajes, usar objetos en el entorno y progresar lentamente en la trama. Cualquier veterano se va sentir en casa rápidamente, con parte del elenco introducido al poco de empezar y claras indicaciones de qué hacer.
A un vistazo, Thimbleweed Park parece en gran parte salido de una Commodore Amiga, con algunos toques modernos. Además de tener texto, todos los personajes tienen actuación de voz y cinemáticas, algo que solo se podía soñar hasta la salida del CD-ROM con títulos tales como MYST. La atmósfera visual homenajean de forma bastante obvia a Twin Peaks, con tintes de X-files en medio, todo bajo una nube de ironía y humor al buen estilo Lucasarts.
Sin embargo, a pesar de estar claramente creado con una intención de nostalgia y amor a las obras pasadas, los desarrolladores no se conformaron en dejarlo sin más innovación a su talento. Para lograr mayor accesibilidad, el juego tiene un número telefónico interno para recibir pistas de progreso y dificultad casual que esquiva los puzzles más desafiantes. También se tiene una lista de objetivos constante para ver el progreso. La otra innovación es cinco personajes jugables por simultaneo, con algunos rompecabezas requiriendo coordinación entre ellos.
Esto también es el mayor punto defectuoso de la experiencia, porque es fácil sentirse perdido. Inclusive si mantiene una filosofía de “nunca matar al jugador”, es usual que quede atascado momentáneamente, como en otros títulos similares. A pesar de ello, ruego no buscar en línea la solución, ya que eso disruptirá la gracia descubrir a mano propia.
Honestamente, la cruda realidad es que juegos como Thimbleweed Park no son para todos. A pesar de eso, hay mucho que se puede apreciar de ellos, y al final, esa era la idea. Un “hurra” al género point n’ click, celebrando su historia y legado por parte de uno de sus maestros.